El madroño está caracterizado por sus peculiares frutos de aspecto rojizo y puntiagudo, aparentemente hostiles… su interior esconde una delicada textura y un sabor cuanto menos peculiar. Durante su estancia podrá disfrutar de la delicadeza y calidez características del madroño; sutiles detalles del color propio del fruto durante su maduración y un mobiliario de madera particular de su tronco escamado.